09 noviembre 2008

Orquesta de Cámara de Bellas Artes

Por: Domingo Becerra Amaro

León, Auditorio Mateo Herrera, 7 de noviembre. Sarrier:Sinfonía en Re mayor. Ponce: “Concierto Romantico”. Mozart: Sinfonía no.29. Héctor Rojas, piano. Jesús Medina, Dirección.


La OCBA es una de las agrupaciones más importantes (en su tipo) en Latinoamérica. Surge en 1956 bajo el nombre de Orquesta Yolopatli y en 1978 adquiere su nombre actual. Ha tenido colaboraciones con solistas de la talla de Ramón Vargas, Jorge Federico Osorio, el Cuarteto Latinoamericano y el Ensamble de Percusiones Tambuco, entre otros. Esto todavía puede mejorar si le sumamos la trayectoria de Jesús Medina, un hombre versátil en la dirección orquestal, que ha dirigido música sinfónica, de cámara, ópera y ballet. Bajo su batuta han actuado grandes intérpretes como Ángel Romero, Fernando de la Mora, Mark Peskanov y el eminente Itzhak Perlman, por mencionar algunos.


Quizá por todo esto fue que los 250 lugares del auditorio se vieron superados y debido a esto hubo mucha gente que no logró acceder a la sala.


El recital inició puntualmente con la Sinfonía en re mayor del poco conocido compositor hispano Antonio Sarrier, de la interpretación cabe destacar que entre cada uno de los 3 movimientos (Allegro, Andante y Fuga) el público aplaudió, esto a pesar de ser un “error”, resultó ser la muestra de que había público nuevo, y esto siempre es bien recibido y agradable.


Continuaron con la versión de cámara del Concierto para piano de Manuel M. Ponce con una interpretación aburrida, cansada y patética para el solista Héctor Rojas, que en cada gesto que hacía se lograba ver la inconformidad e incomodidad para con el piano que tenía al frente. Una ejecución plagada de notas falsas, de un sonido débil y superficial, y la orquesta simplemente fue carente de sentido dramático. Habría sido conveniente tocar el Concierto del Sur del mismo compositor, esto hubiera tenido varios puntos a favor, como romper con la hegemonía pianesca o pianística que existe en la invariable interpretación de los conciertos y también haberse evitado la pena de usar ese piano.


En la segunda parte tocaron la Sinfonía No. 29 de Mozart, una obra ligera que no representó problema para la agrupación.


Este fue un recital a priori atractivo pero que resultó ser olvidable.

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