14 octubre 2008

Manon Lescaut en el FIC

Por Domingo Becerra Amaro

Guanajuato, Teatro Juárez, 12 de octubre. Puccini: Manon Lescaut; Manon Lescaut, Verónica Villarroel; Renato des Grieux, Richard Bauer; Lescaut, Jesús Suaste; Geronte di Ravoir, Arturo Rodríguez. Compañía Nacional de Ópera; Guido María Guida, director concertador; Marcelo Lombardero, puesta en escena; Enrique Bordolini, escenografía e iluminación; Luciana Gutman, vestuario.

El INBA en coproducción con el FIC presentó Manon Lescaut, la ópera que significó el primer éxito en la carrera de Puccini, obra que quedara después opacada por La Bohème, Tosca, Madama Butterfly y Turandot. Tan solo en México llevaba 30 años (1979) desde su última representación, y en este 2008, aprovechando el 150 aniversario del natalicio de Puccini, al fin se vislumbró la coyuntura para volverla a montar en escena.

Antes de iniciar con el espectáculo se dio un anuncio referente a la salud de la soprano Verónica Villarroel, para dispensar cualquier falta en la interpretación.


La dirección de Guido Maria Guida resultó simplemente esplendida, con una lectura fiel, sin anteponerse a la partitura, que ya en ocasiones anteriores ha demostrado aptitud para afrontar el género operís
tico, basta mencionar la dirección de 2003 a 2006 en el ciclo de El Anillo del Nibelungo, de Richard Wagner.

Buena puesta en escena, el vestuario acertado y la iluminación impecable, esta en especifico fue lo mejor del último acto, mostrando un desierto emulado con una proyección debajo de un cielo cambiante con el paso del tiempo.


Precisamente con tres primeros actos, cada uno superando al que le antecedió, era de esperarse un cierre magistral, memorable, un cuarto acto conmovedor. Contrario a todo esto resulto ser un último acto aburrido, que en el supuesto éxt
asis del “Sola, perduta, abbandonata” reventó la voz de nuestra moribunda Manon, pero este accidente es totalmente comprensible debido al estado delicado de la voz de Villarroel, que exactamente dos años antes en Oviedo, con este mismo personaje, tuvo una actuación triunfadora. Lo que resultó intolerable fue cantar notas sin significado y abandonar el personaje.

Sin duda fue una gran noche de ópera, que representó un auténtico rencuentro de esta obra con el público operófilo.

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