Por: Paola Arenas
Albert Ruy Sáncehz, autor de este libro, es simplemente un hombre que nos deja sin palabras, fascinando con la manera de contar una historia, de hablar de deseo de una forma tan natural, a pesar de empezar proclamando: “Dicen que soy muy lento y es cierto, la gente se duerme mientras hablo”, la platica se alargo un buena rato para compensar todas las veces que no se pudo concretar esta visita.
Este libro, el cuarto de una serie, empezó hace ya treinta años, cuando Alberto andaba en la década de los veintes, consigue salir del país con una beca movido por un amor francés en 1976. Tras sufrir el crudo invierno donde a la gente se le cae la boca y ver un cuello le resultaba excitante, se escapa con su mujer a un viaje que le ha cambiado un tanto la vida. Viajando en cuarta clase rumbo a Marruecos, el otro México, en el sótano de un barco durante mas de 20 horas, empieza una travesía donde descubre las cabras en el árbol, que no son más que cabras marroquíes que trepan a los árboles en una zona árida para poder comer; esta imagen lo va llevando a descubrir su propia voz narrativa, ya que la gente en aquel lugar no ve con asombro esas cabras en un árbol por volverse algo normal, sin embargo para un turista era pura magia, así que Alberto se propone a “encontrar las cabras en los árboles de las cosas cotidianas”.
Así este libro nos relata dos historias paralelas, la primera de una pareja que lucha por encontrar una nueva veta en su vida erótica y la de un alfarero que descubre en su oficio el secreto de cómo satisfacer. Es un relato lleno de detalles, de experiencias a los sentidos, a todos los sentidos que el ser posee, es un deambular por la vida de otros para encontrarnos entre líneas. Ruy, con su característico estilo, nos da de nuevo la oportunidad de viajar a través de sus letras, a través de nuevos horizontes y a través del cuerpo mismo, y nos deja a la espera de la quinta pieza que cierra este ciclo, “9 veces el asombro”.
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