Yo no soy bonita, es un espectáculo español de Änélica Lidell, una artista transgresora, que presenta un monólogo escrito por ella misma a partir de un abuso recibido a los nueve años por parte de un soldado en las caballerizas del cuartel donde vivía junto a su padre, un general importante del ejercito.
En un montaje violento, intenso en emociones, fuerte en acciones y lenguaje, Ängélica grita el dolor que lleva guardando 33 años, reclama al género masculino y en ocasiones al femenino por el lugar y trato que las mujeres jugamos hoy en día.
Sobre el escenario el público vio durante la hora y quince minutos que duró el espectáculo, un montón de colchones viejos apilados que hacían las veces de librero, una pequeña mesa de centro con su silla, pacas de alfalfa y un hermoso caballo blanco.
Al final del espectáculo el público salió conmocionado, preguntándose acerca de lo que habían visto, lo que habían sentido, conmovidos por la vertiginosa secuencia de imágenes que se les habían presentado.
Esta artista, quién no salió a recibir el acostumbrado agradecimiento, conocida como una “enfant terrible” o una maldita es considerada como una de las primeras en explorar los terrenos más áridos del teatro. Ganadora de premios SGAE y Valle Inclán,
Una de las cartas fuertes de este Festival (FIAC) que terminó por estremecer a los asistentes, y si bien no fue del gusto de todos, logró su objetivo al tocar fibras sensibles y llevar al auditorio a una reflexión.
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