Al revisar nuestra existencia –o la vida toda- nos damos cuenta de que es una larga sucesión de coincidencias.
Coincidir es el acto en el ocurren dos o más cosas al mismo tiempo, cuando la lógica supone que no podría ocurrir de ese modo. Es una coincidencia que yo esté pensando en una persona y ella llegue en ese momento. Es una coincidencia que una persona esté necesitada de dinero y en ese momento le paguen una deuda.
O al concurrir dos o más personas en un mismo lugar, cuando lo que se podría esperar es que no ocurriese así. Es una coincidencia que dos residentes de Morelia se encuentren en el metro de la ciudad de México, o en Sevilla, o en Milán.
La coincidencia, de muchas maneras, suele convertirse en un hecho insólito.
Tal es lo que ocurre con la muerte de Shakespeare, Cervantes y El Inca, ocurrida el 23 de abril de 1616, que ha dado pie a la celebración del Día Mundial del Libro desde 1995. William Shakespeare fue un caso especial en la historia del teatro, donde hizo de todo, desde barrer teatros, escribir las obras, dirigirlas, actuar en ellas, hacer escenografías y montarlas, calcular y diseñar los aparatos escénicos, hacer la publicidad, cobrar las entradas y enfrentarse a críticos exacerbados y a colegas envidiosos, pero siempre con éxito. Por el contrario, Miguel de Cervantes sobrevivió una vida adversa, estuvo varias veces en la cárcel, fue excomulgado tres veces, las mujeres de su casa llevaron vidas licenciosas, fue atacado ferozmente por sus contemporáneos, sobre todo por Lope de Vega quien, a pesar de haber sido el consentido de la Corte y publicado cientos de obras, ninguna ni todas juntas tuvieron el éxito del Quijote. Por su parte, el escritor peruano Gómez Suárez de Figueroa hizo su vida y obra en España, tomó el nombre de Garcilaso de la Vega en 1563 por ser hijo del conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y no tiene que ver con el poeta español Garcilaso de la Vega (1503-1536), pero sí realizó importante obra histórica en torno a natal Perú.
Mayor coincidencia es la del nacimiento y muerte de Shakespeare, que ocurrió el mismo día: 23 de abril de 1564 y de 1616 respectivamente, en la misma ciudad: Stratford-on-Avon.
Tal coincidencia ocurrió también con el gran pintor italiano Raffaello Santi llamado también Rafael Sanzio, o simplemente Rafael, que nació y murió el mismo día, el 6 de abril. Nació en Urbino, Italia, en 1483 y murió en Roma en 1520, donde el papa Julio II le había encargado pintar la sala donde se firmaban los indultos eclesiásticos. Aunque en un principio la pintura de Rafael parecía una mezcolanza absurda, porque pintó a los apóstoles y padres de la Iglesia católica junto a los filósofos de la antigüedad griega, Sócrates, Platón, Aristóteles y Alcibíades, al papa le encantó –y a los siglos posteriores- porque representa una escena de reconciliación, algo inusitado en esa Iglesia, que promueve lo contrario.
Rafael es una especie de summum de sus antecesores Leonardo, Giorgione y Miguel Ángel, una especie de síntesis de las propuestas estéticas anteriores a su época para llegar a una gran serenidad en su pintura. Se le considera el mejor y más importante pintor de vírgenes católicas, siendo la más conocida la Madona Sixtina. Entregado a los excesos del placer, se dice que su sensualidad lo llevó a pintar sus madonas tomando como modelos a sus amantes.
Tales excesos lo llevaron a una muerte temprana, exactamente cuando celebraba su cumpleaños 37. Algunos pintores ingleses del siglo XIX consideraron que Rafael sí era una síntesis, pero que su pintura era superficial y decidieron fundar una escuela llamada prerrafaelista, con el propósito de enmendar los “errores” de Rafael.
Otro personaje que nació y murió el mismo día, el 8 de abril, fue la actriz María Félix, llamada María de los Ángeles Félix Güereña, que nació cerca de Älamos, Sonora en 1914 y murió en la ciudad de México en 2002. En su época, el cine nacional estaba lleno de mujeres hermosas, algunas de ellas trabajando ya en Hollywood, y era muy difícil destacar. Pero la audacia de la Félix, su espíritu autoritario y su facilidad para relacionarse la llevaron al éxito total. Pero quizá fue su relación con el compositor Agustín Lara la que le consiguió más rápidamente encumbrarse y tener una vida artística que siempre estuvo renovando gracias a diversos escándalos en los que se vio envuelta, muchos de ellos propiciados por ella misma.
Una coincidencia más es la del gran torero español Juan Belmonte, quien nació el 14 de abril de 1892 en la calle Ancha o calle de la Feria Nº 72, en Sevilla. Aún cuando hay muchas personas que están en contra de que se conceda al toreo la calidad de arte, es una de las manifestaciones más antiguas –después de la guerra, los fanatismos religiosos y la política- de la crueldad humana, llevada a una inusitada perfección de valores culturales, en donde Belmonte destacó considerablemente. Luego de una vida casi esplendorosa, decidió suicidarse de un tiro en la sien en su cortijo de Gómez Cardeña, Sevilla, el 8 de abril de 1962. Aún cuando toreó en 712 corridas y mató 1463 toros (muchas menos reses de las que diariamente se matan en el país para comérnoslas), su suicidio no obedeció a cargos de conciencia por matar toros sino, al parecer, por cuestiones amorosas.
Finalmente el político veracruzano Sebastián Lerdo de Tejada nació el 25 de abril de 1820 en Xalapa, fue presidente de la República de 1872 a 1876 y murió en Nueva York el 21 de abril de 1889.
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