Por: Joel Calderón
¿Qué es la soledad del artista?¿la soledad frente y con su obra?.Como nota introductoria y a manera de presentación: “He querido escribirle antes de navidad, pues en estas fechas tan señaladas para todos, usted lleva su soledad peor que nadie.”(Rainer M. Rilke, Carta Vl) Parece ser que el mejor símbolo que descifra la personalidad del artista es la soledad. Esta palabra tan grata para los grandes románticos (Byron, Bécquer, Shiller, Novalis y tantos otros) y tan infernal para los simbolistas(Baudelaire: “Heme aquí libre y solitario, esta noche estaré totalmente borracho entonces, sin miedo y sin remordimientos, en el suelo me tumbaré, ¡y me dormiré como un perro”. Rimbaud: “He visto el sol poniente manchado de horrores místicos…he visto algunas veces lo que el hombre creyó ver”. Denota una característica especial del comportamiento del artista, algo que lo hace ser distinto y que necesita precisamente para eso, para ser artista.
La soledad del Artista: “Tu alma se encontrara sola entre las cosas, entre oscuros pensamientos de fúnebres losas…De todo el gentío, nadie en verdad invadirá tu hora de intimidad: no rompas el silencio de esa quietud que no es exactamente soledad...” Dice Poe. Se cree, se ha creído, que la soledad es ese momento en la que el artista trabaja consigo mismo, en la plenitud del monologo y a la espera de atrapar aquellas palabras mágicas que le den realidad y existencia a esa visión presentida del creador. El pintor que delimita y extiende los trazos de un cuadro, el poeta que aparece y desaparece en palabras subrayadas, la actriz que ensaya frente al espejo sus diálogos, el escultor oyendo tintinear el metal del cincel o viendo las chispas de la soldadura, el sudor del compositor cuando una nota choca gravemente con el aire, están solos, es cierto; y su soledad les permite crear esas visiones, darles vida. Pero no es “exactamente soledad” como dice Poe.
No es exactamente lo mismo estar solo haciendo algo a estar simplemente solo, consigo mismo. No es lo mismo buscar aquellas palabras sintiendo una soledad extrema a sentir esa soledad extrema sin buscar ni una sola palabra. Cuando el artista trabaja está físicamente solo, pero no en soledad; pues cuando escribe pinta compone etc. desarrolla un dialogo, inventa un dialogo entre sus visiones y la persona aun imaginaria que va a recibir esas visiones. Es la relación autor-lector. Su soledad es una soledad aparente, nada más necesaria para animarse a componer una obra sublime. Una soledad engañosa en la que el artista se sumerge para crear el entorno adecuado a la creación.
De todos es sabido, que Cervantes escribió parte del Quijote encerrado en la cárcel. Uno imagina a aquel pobre hombre recargado en una de esas sucias paredes oscuras, con la ropa hecha pedazos, descalzo, la barba larga y sucia y los ojos blancos, nublados, fijos en la oscuridad, entonces decimos: estaba inventando el quijote, en una soledad extrema, en un silencio atroz. Pero la verdad, me parece, es que Cervantes debió experimentar un gran placer dialogar con aquellas imágenes que iban componiendo poco a poco la personalidad del quijote; mientras Cervantes dilucidaba en su imaginación la trama quijotesca tenía algo que hacer, estaba haciendo algo y estaba precisamente acompañado de ese algo. La única sensación de soledad que yo creo que pudiera tener era precisamente cuando su mente no le traía la continuación del siguiente paso de rocinante por la sierra morena, o que libro iba a ser quemado a continuación. Solo podía sentir y resentir su soledad cuando se daba topes en la pared porque no tenia nada que decir ni nada que hacer y ese algo que antes hacia ahora ya no lo hace: primera hipótesis: la soledad del artista comienza en donde termina su obra, como el silencio de Sor Juana ahora que se me ha venido a la memoria Octavio Paz.
Ahí donde termina la obra del artista comienza su soledad; cuando esta le ha dejado de pertenecer y se siente mutilado, desprendido de algo que lo acompañaba. Esta soledad normalmente está situada en el momento en que sale a publicación el libro, en el que la exposición o la galería comienza a llenarse de gente o cuando se canta aquella canción etc. Cuando el artista contempla, y aquí entra esa simpatía o coquetería que hay entre la estética y la soledad, su obra acabada. La soledad, podríamos decir, es la contemplación estética del autor para con su obra acabada o para con la obra acabada de otro artista. La soledad viene a significar entonces hacer algo no haciendo absolutamente nada, solo mirar, hacer sin hacer, contemplar. Recuerdo ahora una anécdota que un amigo me contaba sobre como Márquez le había llorado al tener que hacer morir a uno de sus personajes de la novela Cien Años de Soledad, no sé exactamente cual personaje, pero yo le hubiera llorado al coronel, al recordar esa extraordinaria escena de aquel gran revolucionario sentado en un rincón de la casa haciendo pescaditos de oro. La soledad es la noción, el saber, algo terminado; algo acabado. Por eso se siente que nos falta algo, que nos falta seguir narrando palabras o seguir alargando pinceladas. Es saber lo que se ha perdido y saber que no se puede recuperar: la perdida, la contemplación de la perdida a la hora en que Márquez releía su novela. Cervantes debió morirse de soledad cuando puso la ultima letra del quijote, porque ya no tendría aquella grata alegría de ser acompañado por los actos del quijote. No creo en la soledad del artista a la hora de ponerse a trabajar, incluso creo que la mayoría de los artistas trabajan para eliminar esa sensación de soledad que los hace ser distintos a la sociedad, “distinto no mejor” dice Ortega Y Gasset. La soledad del artista habla, cuando su obra es la compañía de los otros y le habla a otros; cuando su obra ha dejado de hablarle a él. ¿Cómo puede existir la soledad cuando nos sentimos acompañados de nuestra creación a la hora de crearla?.
¿Por qué Poe aclara que esa intimidad de uno mismo no es soledad? Dice también que no debe romperse esa quietud, no la rompas. Estas cuantas palabras manifiestan claramente el proceso de la creación: la creación del artista es una especie de resurrección, en donde los muertos, esas palabras esas imágenes sin forma o sin contenido, cobran vida. No por algo este poema de Poe se titula espíritus de los muertos. El acto creador: “he ahí un misterio prodigioso”. Al aclarar que no es exactamente soledad aclara que el hombre, enfrentado ante semejante intimidad, no está en soledad, está creando, está esperando la llegada de los espíritus de los muertos(palabras e imágenes, visiones). Antes habíamos dicho que la soledad era una especie de perdida, bueno, pues en el acto creador todo es espera, esperar. No es lo mismo estar esperando a saber perdido, solamente y tal vez, la soledad sea esa sensación de esperar la perdida: esperar la perdida de ese acto creador.
Esperar la perdida de ese acto creador: frustración. Otra clase de soledad artística, si la soledad puede elevarse al rango de todo un arte, diferente a ver el autor acabada su obra es la soledad de no poder acabarla. Aquí se enfrenta ante un verdadero muro, ¿Cómo seguir, como traspasar y pasar? Ya no es el artista creando sino el artista que no sabe lo que va a seguir a continuación; es la imagen de Cervantes dándose topes en la pared al no encontrar la continuación del quijote, es la soledad de Balzac al ver que el muro del tiempo le va a impedir continuar su comedia humana. La soledad, de esta forma, se combina con la frustración. El artista se siente solo porque no sabe cómo va a seguir creando, porque no ha podido seguir creando y esta sin estar, sin hacer nada. Que amargura el sonido de cientos de hojas arrugadas desparramando el cesto de basura. Qué tristeza no tener nada más que decir, o tenerlo y no encontrarlo. Que soledad más amarga la de este pobre escritor que ya no escribe, la de este pobre pintor que ya no pinta, la del escultor que no da forma, la del cantante mudo. Que frustración el silencio de la maquina en una esquina de la mesa, que soledad la frialdad del aguarrás y el oleo en los tubos seco. Volvemos aquí a la perdida, pero a una perdida que contiene síntomas de espera, esperar la perdida. Una obra de arte que aun no culmina significa esperar a que pase esta soledad, está perdida. La soledad es una palabra difícil, sobre todo al tratar de establecerla y fijarla, ajustarla, parece como si la soledad fuera y viniera, pero como no creo en el azar ni en el destino, para mí la soledad aparece por causas determinadas y determinantes de los actos y pensamientos del hombre.
La soledad casi siempre aparece como un don benéfico, aunque duela y aunque se sufra; la soledad hace ver lo “que el hombre creyó ver”, esa cavilación solitaria en la que se descubren los más grandes inventos y las más grandes obras, el silencio y la soledad, de ahí surgen las cosas grandes, lo que el hombre creyó ver y mira al fin, frente a la soledad del sol poniente.
Quien más reciente la soledad es el artista joven; al empezar a descubrirse la noción de ser distinto, el joven creador se va alejando poco a poco de todo aquello que su personalidad no comparte y si no se aleja por iniciativa propia, su misma elección de ser artista hace que los demás lo rechacen; me dicen loco porque soy distinto y me rechazan por serlo. Ser distinto también es un drama, es luchar por hacer entender una idea que los demás nunca entenderán, por ende, es luchar en la soledad, luchar leyendo en la soledad, crecer en la incomprensión hasta alcanzar un poco de reconocimiento donde por fin alguien comienza a comprenderte. Léase “Retrato del Artista Adolescente”.
A lo largo de los siglos, la sociedad se imagina al artista como un hombre solitario, alguien escondido en alguna cueva, huraño y distraído; cohabitando en un largo limbo muy lejos de la realidad. Y se apenan porque les daría miedo vivir esa vida tan amarga. Pero, de verdad, debe preguntarse si el artista, frente a su obra, esta solo; si de verdad, cuando hablamos con la creación, nos sentimos amargos. Quizá el ser más acompañado y menos solitario del mundo sea el artista.
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