Por: Andrea Luna
Domingo 9 de diciembre, era un día como cualquier otro levántate haz tus deberes, en fin así llegué a las vías del tren y todo comenzó a cambiar, no iba sola, entre mis amigos y yo empezamos a imaginar infinidad de cosas con aquel paisaje.
Caminando por entre las vías y bromeando entre nosotros, no sabíamos lo que estábamos a punto de ver, era un gran pasillo el cual recorrimos y cada vez se hacía más estrecho, las casa de tablas de madera y conforme avanzábamos parecía que salíamos de León para entrar en otro lugar muy diferente.
Llegamos a una misa oficiada por el obispo José Guadalupe Martín Rábago, que a mi parecer duró horas, donde los niños de la comunidad Mixteca “Kuayando ve’e dúfu” realizaran su primera comunión.
Un lugar donde éramos extraños y aún así nos recibieron con los brazos abiertos, dejando ver la gran calidad y calidez humana de la que están hechos y lo que me sorprendió y me gustó a un más es que todos desde los más grandes a los pequeños hablan su dialecto y así es como se comunican entre ellos.
Y porque esto también es cultura, respetemos a nuestros iguales sin importar raza color o dialecto muchas veces nos pueden sorprender.
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