Después de un día de muertos viene la reflexión:
En algún momento de la historia del nacimiento del hombre, este debió, poco a poco, crear o inventar conceptos referentes a las cosas y a si mismo. Inventó una palabra que pudiera unir un objeto con su imaginación aún después de que ese objeto ya no estuviera ante su vista; esto lo llevó a ejercitar el dominio pleno de la memoria. La creación de esos objetos se debió en base a la necesidad de supervivencia, desarrollamos nuestra inteligencia, nuestro conocimiento, nuestra memoria y nuestra imaginación para sobrevivir. Después inventamos la reflexión para cuestionarnos qué clase de vida es la que intentamos no perder y por la que luchamos por sobrevivir.
En la sociedad actual se han eliminado los conceptos, se han ocultado; un ejemplo muy sencillo es la sociedad capitalista, la cual depende y requiere de un hombre incapaz de elaborar conceptos, incapaz de fantasear. La inteligencia del hombre se va eliminando poco a poco. Atrás de este gran proyecto de eliminación de la inteligencia esta todo un grupo de conspiradores encargados de otorgar al hombre esa misma chispa de libertad y felicidad que experimento un poco antes de inventar la reflexión. Las pasiones inhiben la inteligencia, era uno de los conceptos de los griegos y de los estoicos. La necesidad de las pasiones en este mundo moderno irreflexivo es absoluta; pero esta necesidad de la obtención del placer no nace sola en esta sociedad moderna sino que se ha cultivado desde hace décadas; casi todo lo que vemos hoy en día está relacionado con la sexualidad, con el crimen, con la perversión, el sadismo, el alcohol, las drogas etc. Bajo el psicoanálisis Freud hubiera diagnosticado una sociedad dedicada a perfeccionar el placer de la líbido y a eliminar el cultivo de la razón. Esta sociedad libidinosa pasa para los jóvenes como una sociedad normal además de perfecta. Pero esta sociedad libidinosa en la que hoy cohabitamos es una vulgar trampa.
En la Rebelión de los Brujos, Pauwels y Bergier, especificaron la vía para escapar de las trampas de una sociedad secreta, una cantidad específica de elegidos oscuros que dominan los poderes centrales del mundo. Cuando lo leía me acordaba muchísimo de Umberto Eco en El Péndulo de Foucalt, donde alguien inventa un mapa y los demás se encargan de inventar el camino a seguir para la obtención del tesoro del mapa. Eco hace una investigación exhaustiva de todas las corrientes esotéricas, religiosas u ocultistas del Medievo y sorprende el hecho de decir que siguen tan vivas como al principio, a pesar de mantenerse en la clandestinidad. La vía para escapar de la trampa del mapa que esta clase de elegidos nos hace caminar son los libros; lo primero que estos ocultos líderes han tratado de eliminar es a su más flamante enemigo, los libros, es decir la representación del conocimiento. El libro es el camino al conocimiento, a nuestro conocimiento y a nuestro descubrimiento. Pero vean ahora ustedes a nuestros hombres y a nuestras mujeres, apenas se les habla de lectura tuercen el rostro, como decía el monje ciego del Nombre de la Rosa, como Monkies. Esa reacción de fastidio al hablarles de los libros es el primer indicio de cómo estos monjes han podido controlar los apetitos espirituales y carnales de toda una sociedad, esa cara de fastidio al imaginar, si es que el hombre actual tiene todavía la libertad o le han dejado la libertad de imaginar, que van a tener que leer es el dominio pleno de la trampa, el hombre encasillado en una jaula en una cueva. A mí me da risa, si no se enoja el padre Jorge porque me río, reírse es la burla después de la reflexión, cuando alguien dice no me gusta leer, porque sé que esa persona no está en uso de su libertad sino que toda su personalidad (si es que ha logrado formarla) está sumamente controlada y atada, domesticada para encajar aquí a Nietzche.
La vida del hombre es una gran mentira; para Marx la verdadera forma de vivir esta aún por llegar; y mientras llega tenemos el existencialismo angustioso de Kierkegard; para Nietzche los valores de las palabras y la forma de cuestionar y plantear los problemas vitales fueron erróneos y culpa a Sócrates como primer inventor de un cuestionamiento que desemboca en una trampa, de ahí la angustia del hombre. A mí me parece que en algún momento de la historia de la evolución del hombre, los conceptos de inteligencia se perdieron o se invirtieron, aquello que ahora imaginamos que es deja de ser rápidamente porque nuestros conceptos con los que intentamos atrapar la verdad esta invertidos, estamos pensando de forma errónea, hay que aplicar nuevas formas de pensar, hay que buscarlas en los viejos alquimistas llamados filósofos, novelistas y poetas, llamados literatos y artistas.
Los monjes líderes que sustentan el poder del mundo controlan nuestra forma de actuar, controlan los poderes centrales del hombre, apetito e inteligencia, al apetito lo acrecientan, lo alimentan, a la inteligencia la dejan morir de hambre. Vean la cantidad de tonterías por las que se ríe el hombre, por las que suspira el hombre, por las que sueña el hombre; mientras una pequeña cantidad de sabios alquimistas se dedican a buscar la inmortalidad, a eliminar el tiempo, a hacer evolucionar un cerebro millones de siglos en el futuro para rescatar sus recuerdos, a hacer revivir a prácticamente cualquier persona muerta, los poderes centrales del mundo nunca han estado en manos de todos sino de unos pocos; hay que combatir los placeres que inhiben la inteligencia para hacer renacer nuestra inteligencia y poder tener la noción de disfrutar de un verdadero placer. El control del hombre siempre tiene que ver con la esclavitud, por eso esta sociedad le da a sus esclavos todos los placeres posibles para que no cuestione y trabaje como un perro, me parece que este es el final de la novela de Franz Kafka El Proceso: ( perdón por los que no la han leído) “COMO A UN PERRO”.
JOEL CALDERON SIERRA
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