Por: Paola Arenas
Los errores, las malas elecciones, la falta de cualquier elemento puede ser perdonado cuando se logra que alguna emoción, cualquiera que esta sea, te salga de las entrañas. Debo confesar que al llegar a una sala llena en el teatro María Grever, uno de los teatros en los que resulta más disfrutable una puesta en escena, me senté con la pluma desenvainada para encontrar “los errores, las malas elecciones, o la falta de cualquier elemento” dentro de “Rimbaud, el poeta Maldito” del taller Luna Negra, dirigida por Daniel García y presentada dentro de la muestra de teatro que vivimos en estos días; pero me quedé sin una palabra escrita en ese pequeño pedazo de papel, me quedé con una sensación parecida al momento en que uno se baja de un escenario.
Con una escenografía simple, pero visualmente completa, con un uso de color adecuado y los elementos esencialmente indispensables, cinco actores en escena representaron y vivieron la pasión de la vida de un poeta, de una relación homosexual con las implicaciones que en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX tenía. Como era de esperarse en Luna Negra, presenciamos un tema fuerte, el desnudo de los protagonistas y su plantel de talento acostumbrado en los papeles lógicos para cada uno, sin embargo, las inconsistencias entre época, vestuario, lenguaje y acentos junto con los elementos antes mencionados, se pasaron por alto al lograr llegar al fondo de las emociones del público, tocar fibras sensibles y contar con este equipo dejando el alma en el escenario, llenando con su talento finamente dirigido al punto perfecto para lograr el más sublime objetivo teatral, transmitir emociones a través de una historia.
Funciones como la que vivimos la noche del viernes nos hacen recuperar la fe en el teatro local, ver actores con la entrega y la pasión necesaria, nos recuerda que el talento no está centralizado, sino solamente los recursos, y que los prejuicios que tengamos sobre cierto grupo o director pueden ser rotos más fácilmente de lo que fueron construidos. De esta manera los invito a seguir el trabajo teatral local, a seguirle la pista a Luna Negra como a los demás compañeros en escena, y que continuemos criticando, disfrutando, aprendiendo e intentando mejorar para tener una oferta cultural digna de la ciudad a la que día a día le damos vida.
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