Noticiero de las nueve (6 de abril de 1986): lo encontraron muerto en el Desierto de los Leones, las ramas de pino y oyamel (perfectamente colocadas) sepultaban el cadáver. ¿Podrías vivir? ¿Todavía tienes el valor de levantar los ojos, mirar tu montón de huesos bajo las ramas mojadas, y seguir existiendo? Esperas la llegada de Julia, ella ha quedado de llevar el mapa; tú has quedado de convencer a tu madre para que te quite el castigo y puedas jugar con Julia en el Atari; nada sería lo mismo sin Julia, a pesar de sus nueve años y a pesar de tus nueve años.
¿En donde trabaja mi papá? en el desierto de los Leones, responde Julia.
Parece ser que llevaba varios meses muerto, por el alto grado de descomposición. Ya te dije que no quiero que te escondas en mi cuarto ni que hurgues entre mis cosas, si mamá, ¿me compraste el mapa? se me olvidó, pídeselo a Julia si va a venir hoy.
¿Y qué hay en el desierto de los Leones? Nada. Nada, ni siquiera Leones. Blancos, sucios, amontonados, no hay nada, nada, ni siquiera el gran monasterio en el que soñaste vivir.
Aquí yace el testimonio de alguien que un día abrió los ojos y miró este enorme y oscuro panorama. Ahí te dejo la comida, pórtate bien, sí mamá, no hagas travesuras, no mamá, no vayan a hurgar tú y Julia entre mis cosas, sí mamá, digo no mamá, ya me voy ojalá no llueva en la tarde, si llueve no vayan a andar saliendo a mojarse.
¿Y cuándo va a venir mi papá? Pronto, dice Julia, pero ya deja de ver esa tele y vete a dormir que ya es tarde.
Frente a este gran monasterio, debajo de estos gigantes, encima de esta tierra negra. Julia toca muy fuerte la puerta de tu casa, corres a abrirle: trajiste el mapa, sí. Yo imaginaba una gran extensión de arena blanca, con grandes y secos remolinos a la distancia y un vacio enorme, donde no se oye nada, donde no hay nada, sino puros leones blancos, enterrados en la arena, asomando sus cabezas para verte pasar.
¿Por qué le pusieron el desierto de los Leones? porque hay ahí un montón de Leones blancos que se entierran en la arena para verte pasar.
Devorado por el misterio del nombre de este lugar, por el montón de piedras perfectamente colocadas una sobre otra. Cuando sea grande quiero vivir en el desierto de los Leones, dicen que ahí se van a vivir todos los que se mueren, por eso se entierran los Leones.
Mi mamá no me escucha nunca, nunca sabe lo que digo: cenaste, por qué no te has dormido, nadie vino, qué hiciste, sí mamá, caminé muy despacio hasta la puerta de tu cuarto, estaba tan solo que no me dio miedo entrar, no hurgue tus cosas no; caminé hacia la orilla de la ventana, llovió como pediste que no lloviera y no salí a mojarme con Julia, en la ventana de tu cuarto las gotas tronaban como pájaros, la abrí para que tu cuarto no oliera a mi presencia, me subí al filo de la ventana, sentí como me pegaba el aire en todo el cuerpo y me deje caer, pensando en ti, por eso no me oyes nunca.
¿En dónde está tu papá? Está enterrado en la arena blanca del desierto de los Leones, asomando su cabeza para verte pasar.
Joel Calderón Sierra
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