Danza Contemporánea
Por: Luis Mauricio Martínez
En medio de la envolvente música de genios como Philiph Glass, Meredith Monk y otros, renació Nosferatu, renació el vampirismo que década tras década es retomado por diferentes corrientes artísticas. Está vez se manifestó a través de la danza contemporánea, de los movimientos corporales creados por Viridiana Bravo e interpretados por su equipo.
Gracias al Fondo del Programa de Becas en Apoyo a la Producción y Difusión Artística de Proyectos en Pequeño Formato del ICL, Viridiana pudo mostrar al público su homenaje personal al vampirismo y a este peculiar personaje concebido en la película alemana del mismo nombre, dirigida por Friedrich Murnau en 1922. Detrás de cada movimiento, de cada trazo escénico, del vestuario, de la iluminación y musicalización hay toda una investigación que parte desde la legendaria novela de Bram Stoker donde surge el personaje de Drácula. Es un montaje con un sustento muy fuerte detrás.
Es la representación del cine mudo a través del lenguaje corporal, una muestra del expresionismo alemán y la década de 1920, a partir de la cual de inspira el vestuario.
El montaje está segmentado. Se parte de una proyección de escenas de la película de Nosferatu y se llega al clímax con la interpretación dancística. Se percibe la sumisión, el abandono de sí mismo inducido por un ente dominante, la lucha por recuperar el dominio perdido, todo expresado con movimientos contrastantes, cortos pero determinantes, una iluminación lúgubre que enfatiza esa incertidumbre representada. Los contrastes se perciben incluso en los tonos del vestuario, todo dividido pero formando un todo. Se muestra un trabajo actoral muy fuerte, denotado en las expresiones de cada uno de los cuatro bailarines.
Los personajes son cuatro: Dissaor (Oscar Rodríguez), Rejéan (César Kartagena), Lilith (Paola González) y Mitra (Viridiana Bravo).
Si bien, para un público no conocedor del lenguaje de la danza podría ser complicado el montaje pues es lento, pausado, incluso abstracto, se mantuvo el interés hasta el final. No hizo falta ser experto para atraparse en la historia, para querer saber qué sucedería en ese entramado hilado con las proyecciones de la cinta antes mencionada.
Finalmente se logró transmitir lo que para Viridiana representa Nosferatu: la necesidad de amar y ser amado, la repulsión hacia sí mismo, la representación de una soledad personal y social.
Este tipo de montajes que se sustentan en narrar una historia a través del movimiento son muy riesgosos o se hace bien o el resultado es nefasto. Viridiana y su equipo logró un buen resultado. Transmitieron la esencia de los personajes, apreciada en las miradas y las expresiones faciales. Si a caso, y como en toda puesta en escena, puede mejorarse tras cada presentación, perfeccionar detalles para elevar su calidad aún más.
Sombras del Viento es recomendable, puede disfrutarse una mezcla de danza, teatro y cine. Estén al pendiente pues aún le resta al equipo presentar una fecha gratuita más.
Es la representación del cine mudo a través del lenguaje corporal, una muestra del expresionismo alemán y la década de 1920, a partir de la cual de inspira el vestuario.
El montaje está segmentado. Se parte de una proyección de escenas de la película de Nosferatu y se llega al clímax con la interpretación dancística. Se percibe la sumisión, el abandono de sí mismo inducido por un ente dominante, la lucha por recuperar el dominio perdido, todo expresado con movimientos contrastantes, cortos pero determinantes, una iluminación lúgubre que enfatiza esa incertidumbre representada. Los contrastes se perciben incluso en los tonos del vestuario, todo dividido pero formando un todo. Se muestra un trabajo actoral muy fuerte, denotado en las expresiones de cada uno de los cuatro bailarines.
Los personajes son cuatro: Dissaor (Oscar Rodríguez), Rejéan (César Kartagena), Lilith (Paola González) y Mitra (Viridiana Bravo).
Si bien, para un público no conocedor del lenguaje de la danza podría ser complicado el montaje pues es lento, pausado, incluso abstracto, se mantuvo el interés hasta el final. No hizo falta ser experto para atraparse en la historia, para querer saber qué sucedería en ese entramado hilado con las proyecciones de la cinta antes mencionada.
Finalmente se logró transmitir lo que para Viridiana representa Nosferatu: la necesidad de amar y ser amado, la repulsión hacia sí mismo, la representación de una soledad personal y social.
Este tipo de montajes que se sustentan en narrar una historia a través del movimiento son muy riesgosos o se hace bien o el resultado es nefasto. Viridiana y su equipo logró un buen resultado. Transmitieron la esencia de los personajes, apreciada en las miradas y las expresiones faciales. Si a caso, y como en toda puesta en escena, puede mejorarse tras cada presentación, perfeccionar detalles para elevar su calidad aún más.
Sombras del Viento es recomendable, puede disfrutarse una mezcla de danza, teatro y cine. Estén al pendiente pues aún le resta al equipo presentar una fecha gratuita más.
Más adelante presentaremos una entrevista que Viridiana concedió en exclusiva a este medio. Allí podrán conocer más a detalle que hay detrás de este montaje que se presentó el pasado lunes 23 del presente mes en el Teatro María Grever.
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