Christian Vilches Lizardi.
Ensayo.
Méliès es identificado por todo el mundo por ser, además de ilusionista, el creador de fantasías sin precedentes como Viaje a la Luna (1902), o por Alucinaciones del Barón de Münchhausen, en las que experimentaba las posibilidades con la cámara de cine.
También descubrió que al detener la cámara a la mitad de una toma y reacomodando luego los elementos de la escena antes de seguir filmando, se podía hacer desaparecer objetos o personas. Así mismo llegó a realizar superposiciones, exposiciones dobles y disoluciones (usando los trucos para hacer fantasmas en la fotografía, filmaba sobre película ya usada y aparecían estos trucos). Claro que el mundo se maravilló con estos logros que se consideran precursores significativos de las técnicas y estilos venideros.
Para los primeros años del cine, las grandes ciudades de toda Latinoamérica, incluyendo las de México, ya estaban entusiasmadas por hacer y proyectar sus películas, sin embargo, en ninguna de ellas surgió una industria propiamente dicha hasta la década de 1940.
En los inicios del siglo XX, a través de la distribución y la exhibición, las compañías estadounidenses de cine se adjudican el absoluto control de las pantallas de todo el continente americano, salvo en el periodo de la II Guerra Mundial, pues al ser México su aliado, éste se benefició del importante mercado cedido por Estados Unidos. Lo anterior sucedió a manera de extorsión sobre España y Argentina. El primero porque se encontraba bajo la dictadura fascista y el segundo por haber sido neutral durante estos tiempos bélicos. Los dos países vieron como sus industrias cinematográficas iban a la baja mientras que la industria cinematográfica mexicana en ese periodo gozaba de un mercado hispano parlante libre. Mercado que fue generalmente ocupado por comedias, dramas populares o películas de tendencia socio-folclórica.
El inicio del cine en México tiene dos datos diferentes, en ambos se marcan distintas películas como una primera obra de producción nacional: Riña de Hombres en el Zócalo del año 1897 y Don Juan Tenorio 1898 (antes mencionada, realizada por Salvador Toscano Barragán), que las he encontrado, mencionadas como las primeras películas del cine hecho por un mexicano; puesto que lo primero que se filmó (y ya mencioné), fue a don Porfirio Díaz y algunas escenas cotidianas por los hermanos Lumière en 1896. Pero cualquiera que sea el dato real lo importante es que desde esas fechas hasta hoy en día, jamás se dejó de filmar y de producir películas; obras mexicanas que generalmente fueron noticiarios documentales acerca de la Independencia o de la Revolución Mexicana, como fueron El Grito de Dolores (1910) de Felipe Jesús del Haro, o como Insurrección en México (1911) de los hermanos Alva.
Se dice que el mismo Pancho Villa financió parcialmente su fuerza por medio de productores estadounidenses que grabaron sus batallas incluso aseguran que fue coreógrafo de la Batalla de Celaya (simulada especialmente para su filmación).
En el contexto internacional, luego de la primera guerra mundial, los países europeos habituales del cine como Italia, Francia e Inglaterra vivieron un declive importante debido a los elevados costos de los materiales y a la producción masiva de películas de los Estados Unidos. Pero al mismo tiempo, Alemania y la recién creada Unión Soviética advirtieron una nueva visión artística y una utilización con fines políticos al cine, que marcaría cosas importantes en la historia universal y de repercusión en México como será más adelante el caso de Serguéi Mijáilovich Eisenstein que trataré en los párrafos siguientes.
Alemania, que marcaría la pauta en el mundo con un cine meramente expresionista, influenciado por la pintura y obra plástica que se hacía en ese momento, desarrolló esta tendencia a partir de El Gabinete del Doctor Caligari en 1919, de Robert Wiene, este era un estilo de cine que se contraponía al realismo del cine norteamericano, que había predominado como el único estándar debido a su éxito comercial en lo que a su territorio concierne.
El Golem (Der Golem, wie er in die Welt kam) de 1920, dirigida por Paul Wegener y Henrik Galeen (que narra sobre la leyenda judía de un rabino que da vida a un golem para defender una comunidad judía); Nosferatu, el vampiro en 1922, de Friedrich Wilhelm Murnau (película que perdiera un juicio contra los familiares de Bram Stoker, al hacer una adaptación libre del legendario conde Drácula), y Metrópolis de 1927 de Fritz Lang (la película más cara de la historia en su entonces, que trataba sobre la dependencia del hombre hacia la máquina), fueron películas que llevaron al espectador a experiencias nuevas en lo que fuera drama, fantasía, horror y ciencia ficción. Aclamadas universalmente por la profundidad de las emociones que comunicaban y sus innovaciones técnicas; cualidades y honores que al pasar del tiempo siguen vigentes.
Años después Murnau y Lang decidieron emigrar de Alemania y fueron contratados en los Estados Unidos. Debido al exilio de los mejores talentos alemanes, austriacos y, en general, centroeuropeos, la producción de las películas decayó rápidamente tras 1925, convirtiéndose en una industria más que intentaba imitar el modelo de cine que se hacía cíclicamente en Hollywood.
En la URSS, a mediados de 1925 y hasta los años 30 apareció una extensa y excelente serie de películas soviéticas, obras enteramente revolucionarias, tanto en la temática manejada, como también en su impacto visual y métodos de realización empleados. La industria soviética del cine fue nacional (o sea del Estado; tal vez no de inicio, pero sin duda alguna lo fue a partir de 1919), cuando surgió el control del Comisariado del Pueblo para la propaganda y la educación.
Los filmes que se desarrollaron a lo largo de este tiempo, educaban acerca de la reciente historia de estado soviético, hecho con una fuerza y realismo, propietarias de una privilegiada visión, que terminó por ser la paradoja del espíritu introspectivo alemán. “Los dos principales directores soviéticos, Serguéi Mijáilovich Eisenstein y Vsiévolod Ilariónovich Pudovkin, recibieron una fuerte influencia de la obra de Devi Wark Griffith (creador del “primer plano”, del “Flashback” y varios recursos más) sobre todo de su obra Intolerancia y su estilo de montaje, aspecto del nuevo arte que analizaron en detalle, formularon teorías, depuraron y aplicaron hasta conseguir los más brillantes logros en este campo de la historia del cine, con la concatenación rápida de tomas separadas de gran fuerza visual capaces de dejar una fuerte impresión en el espectador”.
El Acorazado Potemkin (1925) de S. M. Eisenstein relata los primeros intentos revolucionarios con el motín de los marineros de un barco de guerra, hartos de recibir alimento podrido, y la cálida recepción que los habitantes de Odessa (en lo que hoy es Ucrania) dan a los rebeldes ayudándolos. Este filme es uno de los más grandes referentes de la intensidad del cine, su valor histórico y la poderosa arma de propaganda en que se convertiría.
En un contexto más cercano al que era el cine mexicano, la industria fílmica de España por lo general producía películas que eran basadas en enjutos y grises dramas teatrales. El gobierno menospreciaba los alcances y capacidades del cine y para 1913 se dictó la primera orden de censura. La zarzuela, que provee temas cinematográficos en la década de 1920, se convertiría posteriormente en todo un subgénero con títulos como La Revoltosa (1924) y Gigantes y Cabezudos (1925), las dos obra de Florián Rey. Luis Buñuel en un intento de la Warner Brothers quiso llevar cine por ellos producido para los pueblos de Hispanoamérica hecho desde España en el cual él estaba a cargo del proyecto, el mismo que se vino abajo luego de la dictadura de Franco; lo que lo obligó a salir del país para después hacer base en México e incluso tomar la nacionalidad mexicana.
El cine, en un inicio, la mayoría de las ocasiones era de sólo un rollo; tiempo después fueron creciendo en tamaño como lo hizo San Lunes del Velador en 1906, utilizando más de uno para convertirse en el primer largometraje de la historia mexicana. Historia que se generaba en su mayoría por documentales sobre la Independencia como la más importante hasta ese entonces: El grito de Dolores 1910 de Felipe Haro.
Enrique Rosas filmó El Automóvil Gris en 1919 y dos años después se filmó, bajo la dirección de Miguel Contreras Torres El Caporal en 1921, siendo esta la primera película mexicana de 10 rollos, la más grande en su entonces. Casi al mismo tiempo de todo lo que he mencionado, en el año de 1920, se crean en México los “Estudios Camus”; años después, en 1928 Cándida Beltrán, precursora de las realizadoras, mujeres y mexicanas, dirigió El Secreto de la Abuela.
Más Fuerte que el Deber (1930), de Rafael J. Sevilla trascendió como la película que inaugura formalmente el cine sonoro mexicano; lo anterior se realizó gracias a que los técnicos de esta obra se habían formado en Hollywood. Desde allá (Estados Unidos) vino Fred Zinnemann y rodó Redes en 1934, en un intento de acaparar público mexicano e hispanohablante al ser una producción norteamericana filmada en nuestro territorio.
En 1931 S. M. Eisenstein, que ya lo mencioné antes, vino al país luego de haber sido contratado por los productores de Hollywood para hacer ¡Que viva México! (que sólo rodó y nunca terminó). Los rollos fueron reclamados por los que financiaron y embodegados en los laboratorios estadounidenses; quedó, por ello, incompleta. Tiempo después, fue montada, no lo hizo el propio Eisenstein lamentablemente, pero de todas formas esta obra llegó a influenciar a muchos directores mexicanos como lo hizo con Emilio Fernández, cuando en 1943, este director filmó María Candelaria.
Según estudios, a partir de 1935 se dice que empieza la época de oro del cine mexicano. Claro que como en toda apreciación de análisis, no significa que antes no hubiera filmes que bien pueden entrar en el catálogo de esta época (como Santa de 1931), o las que rebasan el año de 1958, el cual se refiere como el fin de la misma (que es el caso de Macario en 1960 hecha por de Roberto Gavaldón).
Fernando de Fuentes filmaría El Compadre Mendoza en 1933, para luego hacer Vámonos con Pancho Villa en 1935. Tres años luego, Gabriel Figueroa ganaría el premio por mejor fotografía en el ya importantísimo Festival de Cine Internacional de Venecia de 1938 por la película Allá en el Rancho Grande (también de Fernando de Fuentes), e incluso llegó a estar nominado al premio Oscar a la mejor fotografía por La Noche de la Iguana (1964).
Fernando Soler, de padres españoles que habían llegado en una gira a México y se quedaron establecidos, filmó Con su Amable Permiso (1940), mismo año en el que el talentoso Juan Bustillo Oro realizaría Ahí Está el Detalle, donde destacaría la figura cómica mas representativa del cine de la época de oro: Mario Moreno Cantinflas.
Los cuarentas destacarían por la producción de películas cuya calidad sería reconocida en todo el mundo como María Candelaria de 1943, dirigida por el ya mencionado Emilio Fernández influido por el director soviético Serguéi Eisenstein y por el estadounidense John Ford. El “Indio” Fernández mostraba en las que se consideran sus mejores obras, una lucha interminable de personajes que no pueden evitar el destino trágico que les aguarda (condenados por su devenir). María Candelaria (1943), premiada en Cannes, trata de una pareja rechazada en su comunidad rural, ellos viven en falta por pertenecer a diferentes grupos étnicos. El papel de María lo interpreta la vanagloriada Dolores del Río, que se contagia de la malaria, pero logra salvarse y todo gracias a la quinina que le consigue Lorenzo, quien lo hiciera Pedro Armendáriz. Finalmente es apedreada por sus paisanos.
Sin duda estamos señalando una época de grandes éxitos de la industria fílmica mexicana, como cuando aparece una espectacular obra más: Doña Bárbara en 1943, una más de Fernando de Fuentes y en el mismo año, el inicio de otro gran maestro: Julio Bracho y su Distinto Amanecer, que fuera protagonizada por el legendario Pedro Armendáriz. El año anterior, en 1942, se crea el Banco Cinematográfico, que funcionaría como aval en pro de la producción de películas mexicanas, hecho importante en teoría, pero en la práctica sólo beneficiaba a las productoras más importantes tales como Grovas, Filmex, Films Mundiales y Posa Films, que pertenecía a Mario Moreno Cantinflas.
Los Estudios Churubusco aparecieron en el año de 1944, dentro de un escenario perfecto para la industria que ya estaba consolidada entra las más importantes del mundo, aún por debajo de Hollywood, Italia, Alemania (Que vivía una reformación total) Francia e Inglaterra, pero ya superaba al resto del mundo en premios internacionales y reconocimientos. Es ésta, la década de los grandes actores mexicanos, reconocidos en todo el mundo como íconos del gran Cine de Oro Mexicano: Dolores del Río, María Félix (las Diosas de Plata), Pedro Armendáriz y Jorge Negrete.
Juan Orol aparece con un género muy ajeno al acostumbrado en el territorio nacional: el cine negro mexicano (este estilo lo manejaban grandes cineastas de la talla del neoyorquino Stanley Kubrick desde sus primeras películas) con filmes como Misterios del Hampa de 1944. En 1950 se producen 122 películas, convirtiendo a este año como el más productivo. Este es el mismo año en el que el más grande director de cine mexicano realizara su obra maestra que al día de hoy es patrimonio cultural de la humanidad: Luis Buñuel y me refiero a su película Los Olvidados que además fuera premiada en el Festival de Cannes.
CONTINUARÁ…
N. del A. Existe un documental muy bueno al respecto disponible actualmente en DVD que se llama Los rollos perdidos de Pancho Villa.
Sadoul, Georges. Historia del cine mundial desde los orígenes hasta nuestros días. México, D. F.: Editorial Siglo XXI, 1976. Ameno recorrido por la historia del llamado séptimo arte
En la mayoría de los archivos, páginas de internet y libros publicados dentro y fuera del país, omiten figuras como Pedro Infante, considerado en México como el personaje más querido del cine de la época de oro. Por ello no esta mencionado en los nombres de mayor impacto a nivel internacional, no es por considerarlo de menor trascendencia (N. del A.).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario