Por: José Luis Rodriguez.
Ya se envió por este medio una valona que fue escrita por niñas y niños de la ciudad de Apatzingán, Michoacán, donde utilizaron incomprensibles palabras que usan en la tierra caliente michoacana para designar a ciertos animales, plantas y comidas. Esa fue la segunda valona que escribieron y aquí compartimos la primera. Como se podrá ver, inicia con una cuarteta cuyos versos servirán como pies forzados para las cuatro décimas que integran la glosa. Las décimas están enlazadas, o sea, cada una comienza con el último verso de la anterior. Al final, cuartetas de despedida que improvisaron las niñas.
Valona de Apatzingán
De aquí no me voy a ir
porque esta es mi garantía
para que sea la poesía
un fruto de mi existir.
Soy del mero Apatzingán,
un pueblo de mucha fiesta
donde la vida se apuesta
como en todo Michoacán.
En este pueblo me dan
consejos para vivir,
una forma de existir
donde me espera un futuro
que rime con ser maduro,
de aquí no me voy a ir.
De aquí no me voy a ir,
quiero ser parte de todo,
dar a mi pueblo acomodo
junto a un feliz porvenir.
Mi cielo voy a teñir
con el sol de la alegría
que es el color que tenía
la historia de mi ciudad,
devolverle su verdad
porque ésta es mi garantía.
Porque ésta es mi garantía
deberé cuidar su aspecto,
un pueblo en todo perfecto
desde su fisonomía.
Tan bella su anatomía
sea de noche o sea de día,
todo el tiempo se vería
su magistral esqueleto
como un adorno perfecto
para que sea la poesía.
Para que sea la poesía
debe cambiar mi ciudad
su ruido y su malestar
a una dulce melodía.
Siempre será su valía
de lo propio subsistir;
no a los vicios consentir
ni aguantar al holgazán
y que sea Apatzingán
un fruto de mi existir.
Ya me voy a despedir Ya me voy, ya me estoy yendo, Esta fiesta se acabó,
en medio de la estación, porque es hora de comer, amigos del corazón,
si nos piensan aplaudir si nada tienen que hacer se alarga la despedida
que sea con animación. háganlo, pues, con contento. esperando invitación.
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