Es conocido como el programa de los libros, la expresión artística y la opinión pública; al inicio tuvo el propósito de dar a conocer a la Librería Universitaria y sus servicios, ya que esa dependencia recibió un apoyo de la antigua Dirección de Difusión Cultural (hoy Secretaría) para mejorar su aspecto y actividades.
Cierto que en los libros está todo, pero no en un libro, sino en todos los libros. Cualquier tema que se exprese en el Ex Libris, está en algún libro, por eso es el programa de todos los temas.
Pero al Colectivo le interesa, más que los libros, la lectura; mucho de su trabajo va encaminado por ese rumbo, tanto los programas educativos, las promociones artísticas y la investigación cultural, lo que le permitió recibir en el año 2002 el Premio Nacional de Promoción de la Lectura, que otorga Conaculta.
“Es el único programa donde se le da chicharrón a los amigos”, lo llamó la poetisa e investigadora cultural Conchita Michel, que gustaba de estar en las dominicales transmisiones y en las eternas discusiones después de la misma. Es característica del programa que se ofrezca un almuerzo a las personas que asistan y éste corre por cuenta de quien invita a la emisión nicolaita, que también debe poner a las órdenes del programa un teléfono para poder realizar el control remoto.
Como Ex Libris no cuenta con subsidios ni apoyos económicos, es la familia Rodríguez del Río la que paga la transportación al lugar de los hechos. Cuando es en Morelia, la inversión es poca, tan sólo el taxi; pero cuando es fuera de Morelia o del estado de Michoacán la cosa se complica, pero así ha sido durante estos 30 años.
“Es el programa donde todo puede suceder”, lo calificó Carlos Oseguera, quien fue conductor de Ex Libris durante 6 años y le tocó la época en la que se instaló la emisión universitaria en el Jardín de las Rosas, una de las más bellas plazas de Morelia que está rodeada por el Conservatorio de Las Rosas, el Museo del Estado y el Teatro José Rubén Romero. Ex Libris se hacía, según la apreciación del poeta y maestro Tomás Rico Cano, “con una caja de cerillos y harto másquinteip”.
Muchas veces ha vuelto el programa a la cabina de Radio Nicolaita, que se encuentra en Ciudad Universitaria, pero siempre se impone su espíritu aventurero. En varias ocasiones se realizó en la casa-estudio del pintor Alfredo Zalce, quien nunca quiso hablar ante los micrófonos y prefería andar escondiendo chocolates por su casa para que los encontraran Mónica y Mariano Rodríguez, que eran unos niños muy platicadores.
Mónica tenía 10 años cuando comenzó a elaborar guiones para un programa infantil que ella conducía en la naciente emisora gubernamental Radio Michoacán, y condujo Ex Libris durante varios años, antes de irse a vivir a Lázaro Cárdenas, donde fundó el programa infantil Barquito de papel en Radio Azul y mantuvo durante 10 años; Mariano aún no cumplía 10 años cuando ya era el técnico de Ex Libris.
A la gente le gusta esta emisión porque, a través de ella, conoce lugares y personas que sería muy difícil conocer personalmente. Gracias a Ex Libris mucha gente de Morelia se ha dado cuenta de que Michoacán es más grande de lo que parece, que es un estado con un largo litoral, que la gente de la montaña, los lagos, los valles, la tierra caliente y la costa está haciendo su trabajo.
Y también que en todo el país hay el entusiasmo de trabajar por un México mejor, que sólo falta que el gobierno se ponga las pilas para que trabaje junto con la gente, porque la democracia sería que la gente pudiese gobernar y el gobierno obedecer, y no al revés.
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