Sigfrido Aguilar
Michoacán es mi tierra, me siento muy orgulloso por haber nacido en el seno de una ranchería campesina, en una pequeña comunidad ejidal llamada la Exhacienda de Curimeo, en el municipio de Panindícuaro.
Mi formación teatral fue en la Escuela Popular de Bellas Artes de la histórica Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de donde han surgido cientos de artistas que sobreviven en el empecinamiento artístico a favor de un México más digno.
La palabra oscura
Emito este mensaje en un tiempo de desánimo y mucha duda por la situación de la cultura y el arte en México, por cómo el poder ha hecho de la palabra una fórmula degradada. Décadas atrás la palabra todavía valía. En ese entonces dar la palabra significaba entendimiento, cumplimiento, compromiso, integridad. La palabra no necesitaba escribirse para ser respetada. La desmesura del poder ha hecho de la palabra un discurso hueco. La palabra de ahora en nuestra sociedad globalizada significa falsedad, mentira, truco y burla.
Por esta situación crítica, creo que para el creador internacional de teatro está de por medio el trabajo de temas urgentes con menos palabras. Tenemos que revalorar la palabra con la ayuda de una actuación más corporal. Llenar el espacio escénico con el gesto, movimiento e imágenes por medio de una especie de actuación corporal, actuación acróbata y bailable a la vez. Pongo como ejemplo una expresión realista. Una actitud en silencio de la mirada de un nativo de la amazonia dice mucho más sobre la dramática deforestación del principal pulmón de nuestro planeta, que cientos o miles de palabras huecas de políticos convenencieros.
El papel, en la representación, del gran teatro internacional
Por los graves problemas actuales que vivimos, la disyuntiva en el quehacer del teatro internacional es qué podemos representar ante nuestros públicos: las grandes obras del pasado o crear nuevas piezas acerca del estado urgente por el peligro que corre la existencia humana. No hay de otra que cada quien en su nicho debe continuar trabajando pero más intensamente que antes. Es urgente crear conciencia sobre la amenaza del cambio climático; cuando se trata del calentamiento global, es una emergencia crear obras sobre este tema. O sobre aquello que trate de refrescar la memoria, evidenciar lo que es injusto y que sigue empeorando con el paso de los años. Esta es la mejor manera de conmemorar al teatro, con nuestras creaciones, siempre como un arte de la memoria que se vuelve novedoso cada vez que lo ejercemos como una ceremonia con nuestro público.
Este es un tiempo de conmemorar el momento histórico de nuestro teatro gestual o corporal mexicano que mucho ha dado y sigue proporcionando un valor significativo a este Día Internacional del Teatro, porque nuestro cuerpo representa el lenguaje universal del teatro.
La internacionalización del teatro corporal en México va caminando, la poesía del cuerpo en movimiento valida nuestra identidad nacional y ejercita actos reflexivos sobre la migración. La migración del sur (los países pobres) hacia el norte (los países ricos) de todos los continentes por la lucha de la subsistencia del ser humano es la constante dramática de nuestro tiempo.
También el teatro es un constante viaje. La praxis del teatro se fundamenta en el ‘ir y venir’ como su constante física principal.
Desde que egresé de la EPBA tuve que emigrar de un campo cultivado a otro campo por cultivar, de un estado a otro, de una región a otra, de un país a otro, principalmente entre México y los EU. Crucé las fronteras de las lenguas, culturas y naciones por medio de la docencia de crear, dirigir y presentar obras del teatro corporal.
Es a esto que me he dedicado desde 1967. Y ahora quiero dedicar todos estos años por completo a la conmemoración del 27 de marzo, el Día Internacional del Teatro.
Para terminar, aplaudo con mi trabajo realizado en el campo del teatro corporal a todos los hacedores independientes y marginados de las artes escénicas en el mundo.
Valenciana, Guanajuato, México
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