Por: León Alcocer.
Desde 1961 por iniciativa de un delegado Finlandés, la UNESCO se estableció el 27 de Marzo como el día internacional del teatro. Fecha al parecer azarosa que en realidad tiene su razón de ser. En París se inaugura esté día el festival “Teatro de la Naciones, ITI (Instituto Internacional del Teatro), UNESCO”.
El Teatro en México atraviesa por la etapa histórica de mayor producción enfrentando a los medios masivos de comunicación, a la falta de formación de públicos, a la centralización en la ciudad de México. El teatro no puede “ser para todos”, casi siempre implica un costo. Es un diálogo que tiene limitantes, implica entrar en el juego y pensar, por eso es también que muchas personas ni siquiera se atreven a ir a un teatro.
La semana pasada Julieta Egurreola dijo algo muy cierto “no se puede vivir del Teatro en México” pero si habemos quienes vivimos para el teatro.
El teatro como trasgresor es de igual manera un juego y una entrega. El actor debe abandonarse a sí y entregarse, en esta catarsis que va mucho más allá de un mero acto de bondad entra el público a responder, alimentando y complementando el trabajo del actor.
El teatro es dentro de las bellas artes lo más etéreo, ha logrado trascender el tiempo con obras de Sahkespeare, Gethe, Cervantes entre otras vacas sagradas de la literatura, las grandes tragedias son una receta de los problemas humanos y dentro de su aparente universalidad, siempre atacan lo emocional de cada espectador.
Solo me resta hacer una invitación: redescubramos en el teatro uno de los (si no que el más) hermoso invento de la humanidad: la palabra, la reencontramos para conocernos, para sabernos, para desnudarnos de las frivolidades y encontrarnos por medio del respeto, del “tu a tu”.
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