20 enero 2009

Apostamos por el teatro comercial, pero bien hecho.

Dos cosas hacen que una obra de teatro sea memorable, la historia y el elenco, sin demeritar pues todos los demás elementos como la dirección, escenografía, etc, pero siendo sinceros, lo que vende son los primeros, y este es el caso la la obra “Los lobos”, un montaje que trata un tema muy en boga en México, la corrupción; escrita pro el argentino Luis Agustoni, donde nos presenta a gente del ejercito y poderes legislativos y ejecutivo involucrados en situaciones delictivas pero con la necesidad de limpiar
su imagen. Siendo un texto argentino, Hector bonilla se dio a la tarea de realizar la adaptación al panorama mexicano, y atreves de su productor Otto Minera podremos encontrar otra muestra de un teatro comercial, pero muy bien hecho.

El elenco de esta obra lo conforman el mismo Roberto D`amico, Rafael Sánchez Navarro, Victor Trujillo, Jesús Ochoa y Pedro Armendáriz, con estos nombres no queda mucho más que decir al respecto de estos grandes actores, lo que garantiza una excelente puesta dirigida por Hector Bonilla, quien se caracteriza hacer un muy bien teatro.El periódico Milenio en su edición impresa publica una entrevista realizada por Ernesto Jiménez Olín al elenco, de la cuál extraemos algunas partes para compartirlas aquí mismo:

Milenio: ¿El trabajo de Héctor hizo que todo resultara más fácil?
Jesús Ochoa: No, la situación del país fue la que facilitó la adaptación. Pero sí, claro, se trabajó en ciertos giros del lenguaje y la sintaxis. La adaptación de Bonilla es muy justa. Pero más allá
 de eso, la realidad del país rebasa la ficción y eso da pena, impotencia. Estamos viviendo tiempos muy densos; creo que si estamos denunciando algo, es el gran abismo, no entre ricos y pobres, sino entre gobernantes y gobernados. Es abrumadoramente clara la obra en ese sentido, si bien no me gusta usar la palabra denuncia, porque esto va más allá.

Milenio: Pero no se trata de deprimir al público.
Jesús Ochoa: La depresión no necesariamente tiene que ser el azote; te puedes reír. Presentamos prototipos de ciertos personajes y acontecimientos del país; pero recrearnos, cachetearnos o halagarnos es decisión de cada espectador. Eso es lo bueno del teatro, que nos pone a pensar.

Milenio: Ahora bien, como personas buena parte de los participantes en la obra han dejado ver cuál es su posición política. ¿Eso no implica ejercer una influencia en el público, algo así como decirles que vamos a superar todo?
Jesús Ochoa: Yo creo que no tenemos una esperanza colectiva; las hay ahora individuales. Es la primera vez que siento eso. Uno vuelve a sus principios y para mí es el teatro donde puedo reencontrar un esfuerzo colectivo. El actor, como todos, reacciona, no tiene que criticar. El actor no tiene que ser más que otros. Mi participación es mediante esto, simplemente. Ahora me siento frustrado porque sólo estoy subsistiendo y porque me siento en peligro. Es la primera vez que me pasa también esto y mira que siempre alardeé de vivir en un país de primer mundo, pero ahora estamos desprotegidos. Es el colmo que hasta los mismos funcionarios estén así.

Opinión del Elenco 

Héctor Bonilla: “A mí me gustó mucho la obra, me llegó a través de Otto Minera y de
 Fernando Junco. La original se ambienta en Argentina en los años cuarenta; es del autor, productor y director Luis Agustoni. Él escribió esta obra para retratar la situación argentina, que tiene muchas coincidencias con la nuestra, pero era imprescindible hablar del momento. Yo les propuse hacer una versión actual. Aquí en México se aprende a ser congresista hasta el año 2000; hay errores, pero se va aprendiendo. La muerte del presidencialismo y el nacimiento de las cámaras legislativas es un hecho importante. Del Poder Judicial no se puede hablar por la situación que vivimos. Pero hablando del Congreso, era una oportunidad espléndida para presentar el divorcio cada vez más patente entre lo que la sociedad necesita y el quehacer político del país. Una obra que hable abiertamente de los problemas que se suscitan es muy importante en este momento. La gente lo está esperando y yo estoy muy satisfecho por haber trabajado con estas cobijas muy meadas. No es necesario enseñarles nada, sino sólo coordinar sus trabajos. Estamos trabajando como debe ser: enamorados del trabajo”.


Pedro Armendáriz: “Un producto como éste no se logra sin una buena obra. Los all
egados, los actores, nos hemos juntado porque tenemos un gran producto. Ya estamos hasta 
el copete de las corruptelas de nuestros diputados y senadores. A nosotros nos encanta representarlos y reírnos de ellos; vivimos un momento complejo”.

Roberto D’Amico: “El tema de la obra, la corrupción política, no es patrimonio de un solo país sino del todo el mundo. Es una obra de denuncia muy fuerte, yo no creo que nos divirtamos mucho, pero sí, realmente el sustento es extraordinario y el grupo que se ha juntado es muy relevante. Bonilla ha logrado una conjunción de caracteres. Los cinco están encaminados a retratar a estos lobos que en un momento se despedazan unos a otros porque finalmente el hombre es el lobo del hombre, sobre todo en el campo político”.

Rafael Sánchez Navarro: “Yo lo que quisiera subrayar es que al tratarse de una obra con tema político nos hace comprometernos de manera particular. Debemos tomar con cierta responsabilidad este proyecto por la temática, pero a mí lo que me importa resaltar es el equipo de trabajo, encontrarme en escena con estos cuatro espléndidos actores y confirmar la generosidad y la hermandad de cada uno”.

Víctor Trujillo: “Ustedes saben que últimamente hablar de política pasa a través de la parodia. Nuestra experiencia democrática es muy joven, realmente la democracia vino a partir del 2000, cuando la gente se dio cuenta de que su voto sí cuenta. No estamos haciendo una obra de revelación. Ya aprendimos muy bien la lección de lo que se trata; ya no estamos en el teatro de los setenta cuando se jugaba uno el pellejo. Con ayuda de Héctor Bonilla estamos construyendo un juguetazo que queremos compartir con la gente”.

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